Más de 1500 páginas repartidas en tres volúmenes permitirán a los lectores sumergirse en la minuciosa descripción de las vicisitudes que gobernaban las vidas de los habitantes del concejo de Onís a lo largo del siglo XVII. Aunque las fuentes documentales apenas nos dan detalles sobre asuntos tan cotidianos como la alimentación o el vestido, si nos dicen quiénes vivían en determinados lugares o barrios, quiénes se ganaban la vida como trajinantes, barberos, abogados, tratantes, peluqueros o canteros, quiénes pasaban apuros económicos y quiénes prestaban dinero a sus vecinos y, en definitiva, quiénes se plegaban a los dictados de los poderosos y quiénes optaban por rebelarse contra ellos.
Otoños e inviernos duros dañaban tejados y molinos, arruinaban cosechas y generaban altas tasas de mortalidad que se trataban de mitigar con la importación de cereales de concejos vecinos. Pero no todo era restar. En medio de todo esto se mantenía un alto grado de propiedad del terrazgo, traducible en un alto nivel de compraventa de suelo cerealístico y pratense y en un intenso flujo de dinero en forma de censos consignativos y préstamos a corto plazo sin que por ello destacasen especialmente los embargos judiciales.
En el Volumen I se describen los desiguales enfrentamientos por el poder concejil, las formas de organización y explotación del terrazgo, las crisis de subsistencia y los protagonistas de oficios que aseguraban una parcial autosuficiencia en las necesidades del concejo.